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puso sus propios dedos sobre la huella de la otra mano.
Dos mil años, Tosh. Casi nada. ¿Quién sería?
No sé, pero seguro que ya no le duele la cabeza.
Brian miró su propia huella sobre el barro fosilizado.
Tosh dijo , son iguales. Esta huella de pulgar y la mía. ¿Qué te parece?
No es posible. No hay dos personas con la misma etiqueta.
Pues éstas coinciden.
No puede ser insistió Tosh . Fui a clases en Londres, cuando era policía.
Son las mismas.
Puede parecértelo, pero sin duda estás equivocado. Está demostrado que cada
hombre, mujer y niño nacen con huellas digitales distintas de las de las demás personas.
¿Cómo se ha demostrado eso?
Porque nunca se han encontrado dos veces las mismas. Hay hombres a los que han
ahorcado por eso; ¿qué sentido tendría hacerlo si no fuera verdad?
Míralo tú mismo dijo Brian.
Tosh se puso las gafas. Durante un rato no dijo nada.
Sí, es verdad dijo al fin . Muy parecidas, lo admito, pero mira esa línea en el otro
pulgar. Hay una cicatriz. Tú no tienes ninguna.
Pero una cicatriz es un accidente arguyó Brian . Nadie nace con ellas. Aunque el
pulgar tenga un corte, las huellas son las mismas.
Estas no dijo Tosh . Además, fueron hechas hace ya mucho tiempo, de modo
que no tiene nada de raro.
Brian acabó en seguida sus dibujos. Llevaba a Sandra al Día de Inauguración del
Campamento y antes tenía que afeitarse. Estaban citados en la parada del autobús.
Ahí está esa Beryl Fletcher dijo Sandra.
¿Qué pasa con ella? preguntó Brian.
Pues que dejó la escuela la semana pasada y ya está destrozando corazones con su
aspecto sofisticado.
Déjala dijo Brian . Estás celosa.
Dos autobuses llegaron y se fueron.
¿Te gusta mi vestido? preguntó Sandra.
Sí.
¿Sólo «sí»?
Está muy bien. Impresionante.
No te habías dado ni cuenta dijo Sandra.
Eso no es verdad se defendió Brian . Es muy bonito..., más que el de Beryl
Fletcher.
No te habías dado ni cuenta, grandísimo cabeza hueca insistió Sandra, riendo .
¿Qué te pasa? No has dicho ni dos palabras por ti mismo.
Lo siento. Estaba pensando en el plato en el que llevo trabajando toda la semana en
el museo. Un plato muy antiguo.
¿Cuánto?
Más de dos mil años.
Llegó un autobús y subieron.
¿Conoces a Tosh, el que vigila el museo? preguntó Brian.
Sí, es el tío de la mujer de un compañero nuestro.
¿Ha sido policía alguna vez?
Sí, era sargento.
Tres paradas más allá, Sandra dijo:
Estás muy callado...
¿Sí? Lo siento.
¿Qué te pasa, cariño, algo va mal?
¿Alguna vez has escondido algo con la idea de que fuera encontrado muchos años
después, quizá después de tu muerte?
No dijo Sandra.
Yo sí. Yo he llenado muchas botellas con tonterías y luego la he enterrado. Pongo
notas dentro. Y trozos de periódico. Así puedes hablar a gente a la que nunca verás, a la
que nunca conocerás; pero si encuentran la botella, ellos sí que te conocerán a ti. Hay
trozos tuyos en la botella, esperando todo el tiempo que haga falta, y tan pronto como la
botella es abierta..., el tiempo no importa..., y..., y...
Vale, vale dijo Sandra , que hay gente mirando. ¡Vaya ideas que tienes, Brian
Walton!
Es a causa del plato del museo dijo Brian . Pensé que era un viejo cacharro sin
valor pero, cuando empecé a clasificarlo, encontré lo que tenía dentro.
¿Qué? ¿Un mensaje?
No. Algo mejor que eso. Ese chisme tiene más de dos mil años... El tipo que lo hizo
no sabía nada sobre mí, pero trabajó para encajar a la vez la forma y el dibujo. Cuando se
mira, no se puede ver lo inteligente que era, pero cuando lo tocas, cuando intentas
copiarlo, estás de repente con él..., lo mismo que si estuvieras observando por encima de
su hombro y él estuviera hablándote, enseñándote. Así que, cuando vaya a hacer la
siguiente vasija, él me ayudará. Será su vasija. ¡Y murió-hace dos mil años! ¿Qué te
parece eso?
Fantástico dijo Sandra.
El autobús había llegado al campamento. Sandra estaba a punto de bajar de la
plataforma cuando se inclinó hacia delante, doblando la cintura. Tenía los ojos muy
abiertos y se agarraba a la barra de apoyo.
¿Qué te pasa? dijo Brian.
¡Mi zapato! exclamó la chica . ¡Está atascado! El tacón de aguja se había
atrancado entre las ondulaciones de la plataforma, y Sandra se había quitado el zapato
pata poder soltarlo . ¡Oh, se ha partido! dijo . La primera vez que me los pongo, y va
y se me rompen...
Vamos dijo Brian . Si fueras más sofisticada...
¡Hola! ¡Hola! ¡Hola! dijo el altavoz . ¡Éste es el Día de la Inauguración, amigos, y
todo es gratis, gratis, gratis! ¡Pasen! ¡Diviértanse!
¿Por dónde quieres que empecemos? preguntó Brian.
No lo sé. Vamos a ver lo que hay por ahí.
¡Hola! ¡Hola! ¡Hola! Éste es su Día y su Campamento. El Campamento con una
Diferencia, amigos y vecinos. Donde Sólo Ustedes Importan. Éste es el Campamento con
Una Sola Regla: ¡Disfrutar es Gratis! ¡Disfruten gratis, amigos!
Brian y Sandra bailaron al son de dos de las cinco grabaciones de los residentes,
condujeron una motora en el lago Marino, dieron vueltas a su propio algodón hilado de
azúcar...
¡Hola! ¡Hola! ¡Hola! ¡Disfruten gratis, amigos! Éste es el Campamento de Vacaciones
Laissez-Faire, el L. F., un concepto totalmente nuevo en el mundo del Camping Familiar,
añadiendo al ocio una nueva dimensión; un sitio donde la gente juega, retoza o descansa
en los días-en-que-puede-perder-el-tiempo, con el pleno disfrute que sólo encuentran en
el Campamento de Vacaciones Laissez-Faire. ¡Sí! Y todo eso es gratis, amigos. Gracias a
la Tarifa Exhaustiva L. F., que usted paga cuando reserva su chalet. No hay extras
ocultos: el pago de-una-vez-por-todas es su pasaporte para el deleite. ¡Sí! ¡Recuerden!
¡El L. F. ahorra dinero! ¡Ya!
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